Sobre el vacío urbano. Una proximación al concepto

Espacios vacantes, residuales, lugares vacíos: las dinámicas de crecimiento y metabolismo urbano han ido dejando tras de sí una estela compuesta de este tipo de espacios. El concepto de residuo, entendido como “parte o porción que queda de un todo“, o “material que queda como inservible después de haber realizado un trabajo u operación”, es fácilmente extrapolable a las áreas urbanas a las que se hace referencia. Estos vacíos urbanos, son vacíos, no porque estén “carentes de materia”, sino porque carecen de función dentro de la anatomía de la ciudad, pues fueron expulsados de su organismo tras haber cumplido su cometido o quizá, jamás se llegó a decidir nada sobre ellos. Atendiendo a esto último, también se les puede catalogar de espacios vacantes. Lo vacante (del latín vacare) responde a una condición espacial, significa “estar vacío, sin ocupar”. El vacío implica, por concepto, la existencia de un “lleno” para que se perciba como una ausencia o una interrupción. En este caso, el lleno es la ciudad construida y dotada de uso, mientras que lo vacío, lo vacante y lo residual, es todo lo contrario.

La aparición de estos espacios vacantes en la trama urbana o áreas urbanísticamente muertas llamó la atención de algunos urbanistas, paisajistas y artistas. Así nace, por ejemplo, el término terrain vague, acuñado por el arquitecto Ignasi de Solà-Morales, del cual expresa lo siguiente:

“Son lugares aparentemente olvidados donde parece predominar la memoria del pasado sobre el presente. Son lugares obsoletos en los que sólo ciertos valores residuales parecen mantenerse a pesar de su completa desafección de la actividad de la ciudad. Son, en definitiva, lugares externos, extraños, que quedan fuera de los circuitos, de las estructuras productivas” 1.

David Plowden, 1991, Mayetta, (Kansas).

David Plowden, 1991, Mayetta, (Kansas).
Fuente: http://gmtplus9.blogspot.com.es/2011/01/works-by-david-plowden.html

El arquitecto paisajista Gilles Clément, por su parte, se refiere a estos lugares como “El Tercer paisaje”. Para Clément son “espacios indecisos, desprovistos de función, a los que resulta difícil darles un nombre. Este conjunto no pertenece ni al dominio de la sombra ni de la luz.” 2

Para comprender el concepto de Tercer paisaje, cabe aclarar que Clément distingue entre tres paisajes. Entiende como Primer paisaje al “ambiente clímax”, con un alto nivel de biodiversidad y sin intervención de actividades humanas. El Segundo paisaje es el contrario, aquel que está totalmente antropizado y donde hay una total presencia de actividad humana. Por lo tanto, el Tercer paisaje, es un concepto situado en un lugar intermedio, es el residuo sin calificación, el espacio olvidado.

Las definiciones de Ignasi de Solà-Morales y Gilles Clément coinciden en situar estos lugares en una especie de “espacio indeterminado”, ya que no están definidos o perdieron su esencia de uso hace tiempo, pasando a ser tierra de nadie y convirtiéndose en, como denomina Gilles Clément, espacios indecisos. La diferencia entre ambas definiciones radica en que Clément otorga al Tercer paisaje un registro más amplio que el terrain vague de Ignasi de Solà-Morales, que pertenece exclusivamente al dominio urbano.

Otro autor que también aborda la cuestión de los vacíos urbanos, es el urbanista Kevin Lynch. En su libro póstumo “Echar a perder”, Lynch, plantea la situación del derroche y por lo tanto de generación masiva de residuos a la que nos lleva la forma de vida actual. La tierra abandonada, como residuo urbano, también es objeto de su análisis, relacionando falta de productividad con abandono, de manera que “si produce beneficios, no está abandonada. Si no produce, debido a alguna brujería humana, y en otro tiempo rindió, entonces está abandonada.” 3 Por lo tanto, el mantenimiento de un lugar está claramente ligado a su uso: la degradación es la consecuencia del abandono de la actividad (o de la ausencia de ella desde el inicio) y por lo tanto, del abandono del lugar.

Manolo Laguillo, Barcelona, nacimiento de la diagonal (detalle), 1979.

Manolo Laguillo, Barcelona, nacimiento de la diagonal (detalle), 1979.
Fuente: http://www.macba.cat/es/expo-manolo-laguillo

Kevin Lynch se refiere a estas superficies como wastelands 4 (páramos), y los define como “lugares en los márgenes”, o “remolinos en la ciudad fuera de la vista y de la mente”. Incluye dentro de esta categoría a los terrenos baldíos, callejones, basureros, derechos de vía abandonados, que componen lo que designa como la “provincia de los jóvenes”. La expulsión de la estructura urbana a la que son sometidos estos vacíos marginales, es lo que les otorga un carácter de lugar alternativo a las actividades que se ofrecen en el regularizado “lleno urbano”.

A la vista de las definiciones de diversos autores que nos aproximan al concepto, se puede vislumbrar la existencia de una gran cantidad de terminología relacionada con este tipo de lugares, que pueden dar una visión un tanto difusa. Esta complejidad derivada de intentar calificar lo indefinido, de algún modo se disipa en cuanto se ofrece la imagen opuesta, que es la ciudad en funcionamiento. Se puede decir que el marco conceptual es aquel que engloba todos aquellos lugares que, dentro de los límites urbanos, conforman la contra-imagen de la ciudad. Para enmarcar y concretar la definición de estos lugares desde criterios más cualitativos, se podría llegar a la conclusión de que este tipo de espacios tienen en común una característica: carecen de función dentro de la ciudad durante largos períodos de tiempo, por lo que han sido excluidos de las estructuras urbanas.

DE SOLÀ-MORALES, Ignasi: Territorios. Editorial Gustavo Gili. Barcelona. 2002. p.127.
CLÉMENT, Gilles: Manifiesto del Tercer Paisaje. Editorial Gustavo Gili SL. Barcelona. 2007. p. 9.
LYNCH, Kevin: Echar a perder: un análisis del deterioro. Editorial Gustavo Gili D.L., Barcelona, 2005, p.106.
LYNCH, Kevin: City sense and city design: writings and projects of Kevin Lynch. Editorial MIT Press, Cambridge, 1996, p.416.